Cada vez que se aproxima un Mundial,
alguna sombra se cierne sobre el ajedrez. En esta ocasión el mayor problema ha
sido la llegada del vigente campeón a Sofía.
En su tránsito desde la localidad
madrileña de Collado Mediano, la delegación india se quedó bloqueada en
Francfort cuando el espacio aéreo europeo amaneció convertido en un inmenso
cenicero.
Anand solicitó entonces un aplazamiento de
tres días, rechazado de plano por los organizadores tras un intercambio nada
amistoso de misivas. Al final, la FIDE adoptó la solución salomónica de retrasar
un día el inicio del campeonato.
El indio llegó a Sofía tras un viaje en
coche a través de cinco países, más de 2.000 kilómetros, un paseo en ferry y la
trilogía de «El señor de los anillos», versión extendida.
Pero el calendario final no es sino un
capítulo en la guerra de nervios entre Anand y Topalov.
El salmantino de adopción disfruta de la
ventaja de jugar en casa, gracias a que la sede búlgara fue la única en
garantizar una bolsa de premios récord de dos millones de dólares.
Para contrarrestarlo y siguiendo las
enseñanzas de Fischer, quien sostenía que el primer objetivo de un ajedrecista
es quebrar la voluntad del rival, Anand se negó a firmar la «regla de Sofía»,
según la cual los ajedrecistas renuncian, salvo que sea inevitable, a hacer
tablas rápidas o «de grandes maestros». La respuesta de Topalov (otra escaramuza
psicológica) ha sido anunciar que no pedirá ni concederá el empate y que durante
las partidas sólo se dirigirá a Anand a través del árbitro. Si nos creemos las
versiones oficiales, esto ha sido tomado por el equipo indio como «una
provocación».
Desde la retirada de Kasparov, Anand y
Topalov se han repartido la cima del mundo con el ruso Vladimir Kramnik, pero
los tres tienen los días contados al frente del ajedrez mundial, como
ajedrecistas nacidos «antes de Franco». El empuje del joven prodigio Magnus
Carlsen y de otros cachorros de la era de internet es demasiado poderoso, aunque
en el circuito no faltan casos de una longevidad extraordinaria, como el de
Korchnoi, quien con casi ochenta años sigue en activo.
La fecha de caducidad de los «replicantes»
de Sofía es otro factor que ha aumentado la tensión. Pese a todo, este duelo es
un pequeño signo de estabilidad de la FIDE (a cuya presidencia se postula el ex
campeón Anatoly Karpov, por cierto), ya que será el tercer Mundial consecutivo
con el título reunificado desde 2006.
En aquel match, Topalov acusó a Kramnik de
hacer trampas desde el retrete, lo que casi le cuesta al búlgaro una larga
descalificación.
Los pronósticos están divididos, con Anand
ligeramente por delante en las apuestas, aunque Topalov se ha encargado de
recordar que es cinco años más joven (35 años frente a 40).
El búlgaro, que aventaja a su rival en sus
enfrentamientos particulares por una victoria, ha admitido no obstante que Anand
es «el mayor talento que ha dado nunca el ajedrez».
Conocido por la increíble velocidad de su
«procesador», el indio parece necesitar menos la victoria y en caso de empate
final, el ritmo de las partidas de desempate, más rápido, podría favorecerle.
Pase lo que pase, esperemos que se cumpla el pronóstico de la mujer de Anand y
ambos acaben «aún más amigos que antes».
Telón de acero y armas secretas
El Club Militar de Sofía, donde se jugarán
las partidas, ha sido acondicionado para aislar a los jugadores, por medio de
una cortina que les impedirá ver al público. Ha sido fabricada en Alemania, mide
once metros cuadrados y su coste asciende a 2.500 euros.
Los ajedrecistas no sólo pasan controles
antidoping, sino que son escaneados para evitar que escondan algún dispositivo
electrónico. La mesa, las sillas, las luces, el transporte desde el hotel...
cualquier detalle puede ser objeto discusión.
Al frente del equipo indio, que ha
reservado dos suites y cuatro habitaciones en el Hilton, se halla Aruna, mujer
de Anand. Silvio Danailov, inseparable segundo de Topalov desde hace veinte
años, es la cara visible de la delegación búlgara, que ha preferido el Grand
Hotel, después de un tiempo de preparación en las Islas Canarias.
Ni Topalov ni su rival han desvelado una
de las piezas claves de su preparación: la identidad de sus ayudantes. La menor
pista puede suponer un indicio de qué armas secretas podrían utilizar los
contendientes en las aperturas, por ejemplo.
Topalov abre con blancas la primera
partida y el lunes tiene lugar el primero de los seis días de descanso. El
control de tiempo será de 120 minutos para los primeros 40 movimientos, 60
minutos más para las siguientes 20 jugadas y 15 para el resto de la partida, con
un incremento de 30 segundos por movimiento.
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